No me parece que la luciérnaga extraiga mayor suficiencia del hecho incontrovertible de que es una de las maravillas más fenomenales de este circo, y sin embargo, basta suponerle una conciencia para comprender que cada vez que se le encandila la barriguita, el bicho de luz debe sentir como una cosquillita de privilegio.
No sé cuando empezó el desorden... hace unos años, cuando era más pequeña...entonces no había desorden, entonces el mundo seguía siendo algo pretrificado y establecido, un juego de elementos girando en sus goznes, un puñado de calles, árboles. nombres y meses...
lunes, 29 de septiembre de 2008
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