Cuando llega la tarde y el sol sigue su diario proceso de esconderse tras el horizonte del infinito mar, mis más profundos sentimientos se despiertan para ser conscientes a la caída del sol.
En plena civilizada y caotica ciudad tengo la necesidad de vivir en la naturaleza... de buscar rinconcitos de alegría donde reine lo natural, aunque sea poder encontrar esos rincones donde pueda sentirme totalmente llena y que mi satisfacción por recibir los rayos de sol y ver tan hermoso paisaje marino sea motivo de mi sonrisa permanente durante todo el día.
Esperar cada tarde poder ir hasta este punto y sentarme al mismo tiempo que llega hacia mí la fría brisa del mar que humedece mi alma a la vez que los últimos rayos del sol me llenan de calidez estacional.
domingo, 6 de abril de 2008
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